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11 de septiembre de 2024

Los tesoros arqueológicos que sobrevivieron al atentado del 11 de septiembre

Un grupo de investigadores desenterró piezas arqueológicos que lograron resistir la devastación del World Trade Center

>En la bullicioso Manhattan de los años 90, la arqueóloga Sherrill Wilson estaba en una búsqueda inusual: encontrar un espacio para un laboratorio en el World Trade Center. Su objetivo no era pequeño, ya que debía albergar una vasta colección de objetos que narraban cuatro siglos de la historia deAquel edificio que representaba uno de los símbolos de modernidad de la ciudad estaba también vinculado a la preservación de su pasado más profundo. Los sótanos del Six World Trade, un edificio cercano, se convirtieron en el centro de operaciones de Wilson y su equipo. Allí se almacenaban miles de artefactos, algunos de los cuales narraban historias de los primeros inmigrantes y de personas esclavizadas que contribuyeron a la construcción de la ciudad. Con una historia que abarcaba desde las comunidades africanas esclavizadas hasta los barrios de inmigrantes como Five Points, este espacio en el World Trade Center fue un testimonio de la evolución cultural y social de Nueva York.

El hallazgo del cementerio africano en 1991 fue un momento decisivo para comprender la historia oculta de la esclavitud en Nueva York. Durante las excavaciones para construir un edificio federal cerca del ayuntamiento, los trabajadores desenterraron los restos de más de 15.000 africanos libres y esclavizados enterrados en un pequeño terreno en el bajo Manhattan. Este cementerio, que estuvo en uso desde el siglo XVII hasta el XVIII, reveló la existencia de una gran comunidad africana mucho antes de lo que la mayoría imaginaba. A diferencia de la creencia popular que situaba la migración afroamericana en Nueva York tras la Guerra Civil, estos descubrimientos sacaron a la luz la brutal realidad de la esclavitud en la ciudad desde sus primeros días coloniales.

El laboratorio de Sherrill Wilson, ubicado en el sótano del Six World Trade, fue el lugar donde estos restos humanos y artefactos fueron analizados y documentados. La arqueóloga y su equipo trabajaron meticulosamente para procesar cada muestra, fragmento de ataúd y restos humanos, antes de enviarlos a la Universidad Howard en Washington D.C., donde continuarían los estudios. Este proyecto no solo cambió la narrativa histórica de Nueva York, sino que también ofreció una nueva comprensión de la vida de los africanos esclavizados y libres que construyeron la ciudad.

En 1991, mientras el cementerio africano salía a la luz, otro descubrimiento arqueológico cambiaba la comprensión de la historia de Nueva York: los restos del barrio de Five Points. Durante las excavaciones en un estacionamiento donde se planeaba construir un juzgado federal, los arqueólogos desenterraron uno de los barrios más densamente poblados y notoriamente marginados del Manhattan del siglo XIX. Este barrio, que albergaba a inmigrantes irlandeses, alemanes y judíos, fue descrito en su tiempo como un “nido de víboras”, un lugar asociado con la criminalidad, la violencia y la pobreza extrema.

El análisis de estos artefactos estuvo a cargo del equipo de la arqueóloga Rebecca Yamin, quien dirigió el proyecto en Six World Trade, el mismo edificio que albergaba el laboratorio de Wilson. Los objetos fueron catalogados y preparados para futuras exposiciones que contarían la verdadera historia de este barrio, desafiando los estereotipos que prevalecieron en los relatos históricos de la época.

La mañana del 11 de septiembre de 2001, el derrumbe de las Entre los artefactos destruidos estaban muchos de los objetos cotidianos recuperados de Five Points, que habían sido almacenados a la espera de ser exhibidos en el Museo Seaport. Rebecca Yamin, la arqueóloga a cargo del proyecto, se resignó a la pérdida de los más de 850.000 objetos que su equipo había catalogado con tanto cuidado. Aunque los registros en papel de los artefactos fueron rescatados, las piezas en sí desaparecieron bajo los escombros. Para Yamin, la tragedia humana del 11 de septiembre eclipsaba cualquier pérdida material, pero no dejaba de ser un duro golpe para la comprensión histórica de la ciudad.

La tragedia del 11 de septiembre no solo destruyó vidas y edificios, sino que también puso en peligro los esfuerzos por preservar el pasado de Nueva York. Sin embargo, el rescate de algunos de estos valiosos tesoros arqueológicos fue un pequeño triunfo en medio del desastre.

A pesar de la devastación causada por los atentados del 11 de septiembre, algunos artefactos claves lograron escapar de la destrucción, preservando fragmentos vitales de la historia de Nueva York. Entre los más destacados se encuentran 18 objetos prestados por el laboratorio de Rebecca Yamin a la Archidiócesis de Nueva York para una exposición sobre la historia de la inmigración irlandesa en la ciudad. Estos artefactos, que incluían canicas, pipas de tabaco finamente talladas y una valiosa taza de té decorada con la imagen del padre Matthew, un sacerdote irlandés defensor de la templanza, lograron sobrevivir porque fueron enviados al Museo Seaport antes del 11 de septiembre. Hoy, estos objetos se exhiben en el Museo de la Ciudad de Nueva York, donde continúan contando la historia de la vida cotidiana en el barrio de Five Points.

El explorador de National Geographic, Carter Clinton, continúa examinando las muestras encontradas en las cajas del cementerio africano con la esperanza de extraer información valiosa sobre el microbioma humano de las personas enterradas hace casi 400 años. Este análisis podría arrojar luz sobre la dieta, el entorno y las enfermedades que padecían los africanos esclavizados y libres en Nueva York, lo que añade una nueva dimensión al conocimiento sobre su vida y condiciones.

La preservación de estos artefactos no solo ofrece una conexión con el pasado, sino que también simboliza la resistencia de la memoria histórica frente a la tragedia. Para muchos, estos objetos representan una oportunidad de seguir explorando las raíces de la ciudad y de las comunidades que la construyeron, asegurando que sus historias continúen siendo contadas a las generaciones futuras.

La destrucción de los edificios del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 no solo representó una pérdida humana irreparable, sino también un golpe devastador a la memoria cultural e histórica de Nueva York. En cuestión de horas, el colapso de las torres y de edificios cercanos, como el Six World Trade, destruyó miles de artefactos históricos que contaban la historia de la ciudad desde sus raíces coloniales hasta su transformación en una metrópoli global. Estos objetos, algunos de los cuales representaban la vida de africanos esclavizados y de inmigrantes de clase trabajadora, se perdieron en los escombros junto con archivos invaluables de figuras como Helen Keller y obras de arte de Picasso y Rodin.

Sin embargo, no toda la historia fue borrada. La recuperación parcial de algunos artefactos del cementerio africano y la conservación de una selección de objetos de Five Points ofrecen una oportunidad para seguir explorando el pasado de la ciudad. Además, el 11 de septiembre impulsó un renovado esfuerzo por documentar y preservar los recuerdos de aquellos que vivieron la tragedia. Los museos de la ciudad, como el Museo de la Ciudad de Nueva York, pronto se vieron inundados con objetos donados por ciudadanos comunes, ansiosos por que sus experiencias fueran documentadas y conservadas para las generaciones futuras.



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